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La ciencia está reescribiendo nuestra comprensión sobre el consumo de alcohol en el reino animal, revelando que esta práctica es mucho más común y compleja de lo que se creía anteriormente. Un exhaustivo estudio publicado en Trends in Ecology & Evolution desmantela la noción tradicional de que el consumo de alcohol es un comportamiento exclusivamente humano, documentando numerosos casos de especies que buscan y consumen activamente sustancias fermentadas que contienen etanol.
La investigación identifica al menos 85 especies de mamíferos que han desarrollado adaptaciones genéticas específicas para metabolizar el alcohol, incluyendo modificaciones en los genes que codifican enzimas como la aldehído deshidrogenasa (ALDH). Estas adaptaciones no se limitan a los primates; se encuentran también en especies como el zorro volador gigante y diversas especies de murciélagos frugívoros. Los casos documentados abarcan desde la mariposa Bicyclus anynana de África Oriental, que se alimenta de néctar fermentado de palmera, hasta los pájaros americanos que exhiben comportamientos erráticos tras ingerir bayas fermentadas.
El estudio proporciona evidencia sustancial que respalda la «hipótesis del mono borracho», que vincula el consumo de alcohol en primates con la bajada de los árboles hace aproximadamente 10 millones de años. Esta teoría se fortalece al observar que los orangutanes, que permanecen principalmente en las copas de los árboles, son los únicos grandes primates que no muestran este comportamiento.
En el ámbito botánico, la investigación destaca la presencia de alcohol en diversos ecosistemas, desde los bosques fríos de Finlandia hasta las selvas de Uganda. De las 61 especies de plantas estudiadas, destaca especialmente la palma macora (Astrocaryum standleyanum), nativa de Centroamérica y Sudamérica, cuyos frutos maduros pueden alcanzar niveles de alcohol de hasta 10.3%, comparables al vino blanco.
Los investigadores, encabezados por Kimberley Hockings de la Universidad de Exeter, proponen múltiples ventajas evolutivas para este comportamiento. El consumo de etanol puede servir como fuente de calorías, ayudar en la localización de alimentos a través de compuestos volátiles, y potencialmente ofrecer beneficios medicinales, como se observa en las moscas de la fruta que utilizan sustancias alcohólicas para proteger sus huevos de parásitos.
Particularmente interesante es el impacto del alcohol en el comportamiento social y reproductivo de diversas especies. Los estudios han demostrado que las moscas Drosophila simulans exhiben mayor frecuencia de apareamiento tras la exposición al alcohol, mientras que los machos de D. melanogaster buscan alcohol después de intentos fallidos de apareamiento. La investigación también revela la presencia de enzimas específicas para el metabolismo del etanol en abejas recolectoras de néctar, aunque estas enzimas están ausentes en las abejas que permanecen en la colmena.
Este estudio revoluciona nuestra comprensión de la relación entre los animales y el alcohol, sugiriendo que el consumo de sustancias fermentadas es una adaptación evolutiva que trasciende las fronteras entre especies y desempeña múltiples roles en la ecología y el comportamiento animal. La investigación abre nuevas vías para comprender mejor las interacciones entre las especies y sus fuentes de alimentación, así como los mecanismos evolutivos que han permitido la adaptación a dietas que incluyen sustancias fermentadas.
Texto original: Miguel Ángel Criado